miércoles, 31 de julio de 2013

Una bolsa y una planta


Seis años de una vida laboral, resumidos en una bolsa de Sfera y una planta en agua. 
Hoy es mi último día en esta oficina y no tengo sentimientos encontrados.

Mañana empiezo una "vida" nueva y estoy espídica de emoción. En adelante, espero quejarme mucho menos de mi trabajo. Cosa que seguro que agradecéis.

martes, 30 de julio de 2013

Rastreando

Estos días tengo visita en casa. Estoy de anfitriona y de guía turística por Madrid. Una excusa perfecta para acercarme al mercadillo de El Rastro, lugar del que normalmente huyo porque está abarrotado de gente. 

Será porque me hago viejuna o porque me viene de familia pero, últimamente, estoy muy loquita con las antigüedades y he empezado mi pequeña colección personal.


¿Quién no querría una antigua máquina de coser en casa? Ojo, yo no quiero cualquiera, yo quiero la de mi abuela, que es como la que sale en segundo plano en esta foto.



Palabras aparte tiene este cinturón de castidad. Dejando de lado que es una reprodución, ¿quién querría tener uno en casa? Que levante la mano.


Seguiremos rastreando.

jueves, 25 de julio de 2013

Birmania: Retratos


Tan feliz como esta niña, llegué yo de mi viaje a Birmania. Este año, sin depresión post vacacional ni nada. Muy satisfecha con la experiencia y sintiéndome muy plena con mi vida.

Con estas instantáneas, termino las crónicas birmanas. Como ya he dicho en las entradas anteriores, lo mejor de Myanmar es la sonrisa de su gente, lo acogedor que es este pueblo. Es el mejor recuerdo que me llevo.














Si tienes ganas de más, aquí un enlace a los paisajes y aquí un enlace para conocer el modo de vida birmano.

Birmania: vida en Burma

Antes de partir de viaje, había leído en la guía en y en foros que, además de ser un pueblo muy sonriente, los birmanos son un pueblo muy trabajador y que se da mucha igualdad laboral.  Siendo de un país europeo, el concepto de igualdad laboral suena muy alentador pero, en Myanmar, no van por ahí los tiros. 

Las mujeres desarrollan los mismos trabajos que los hombres, sí, pero son trabajos duros. Trabajan en las obra, en el campo, en la casa... Los niños no son menos. Quien no puede pagarse la escuela, termina desde bien pequeño al lado de una hormigonera, pastoreando cabras o recogiendo arroz.

La vida en Birmania no es fácil. El trabajo es duro, el dinero es poco, la sanidad es mala, la política es peor... en fin.  A continuación, algunos robados sobre el modo de vida birmano.


Myanmar está plagado por monjes budistas. Todos los niños están obligados a pasar un año de su vida en un convento para familiazarse con las lecturas sobre Buda. Los monjes birmanos practican un regio ayuno y sólo comen una vez al día, a las 12 del mediodía.  No cocinan. A las diez de la mañana salen a pedir comida y se alimentan de las ofrendas de los demás. 

Las familias más pobres, que no pueden mantener a todos sus hijos, "invitan" a algunos de ellos a hacerse monjes de por vida. Al menos eso les garantiza una comida al día ¿no?




Hay muchas escuelas repartidas por el país; hasta las villas más pequeñas y despobladas las tienen. Los niños visten camisa blanca y pantalón o falda verde. Todos los niños escolarizados del país usan ese uniforme.

En la escuela, mezcladas todas las edades en la misma clase, cada mañana se iza la bandera y se cantan el himno nacional. Previamente, hay que limpiarlo todo y subirse a la silla, para darle al acto la solemnidad que merece.


 Fuimos a una escuela a dejar algunas cosas que habíamos llevado desde España. Nos quedamos alucidanadas con lo educados que fueron los niños, nada alterados ante nuestra bolsa de regalos. Pacientemente y en silencio, esperaron su turno para que la profesora les diera un premio.


Una de las profesiones más comunes entre las mujeres son los trabajos con telares y tapices. La mujere es la que domina el arte de tejer y de coser; tareas que necesitan muchísima paciencia por su laboriosidad y atención a los mínimos detalles.


Aquellas mujeres que tejen o hilan, lo harán de por vida. La idea de jubilación no se ha escuchado nunca por estos lares. Las mujeres envejecen junto a sus hilos, tanto en talleres como en sus casas.




En cualquier caso, como os decía al principio, las mujeres desarrollan cualquier tipo de trabajo, sin estar excludias por su condición femenina. El día que vi a unas niñas, quinceañeras, asfaltando las carreteras de Bagan, con 40ºc y al sol, se me quedó el corazón encogido. Más adelante, vi niños y niñas en obras, descubriendo así que es algo bastante común.



Esta chica en Mandalay estaba haciendo hormigón con sus manos y agua del río. Mientras su amiga, sin perder la sonrisa, transportaba los ladrillos de ocho en ocho. Calculé que tendría unos 16 o 17 años.


También las mujeres se encargan de los productos artesanales típicos. Véase, los lacados de bambú. Su necesaria atención al detalle e inversión de tiempo hace que sea una labor de mucha paciencia.



Los colgantes de plata de 3 centímetros que está diseñando y soldando esta joven, llevan más de 10 horas de trabajo. El precio a la venta, para un turista occidental, es ridículo :S


También son ellas las encargadas de los "cheerot", los famosos puros birmanos. En realidad, son como cigarrillos, más bien finos. Envueltos en hoja de maiz, le añaden poco tabaco (son muy suaves), tamarindo y un poco de anís (¡o incluso fresas!).

En Birmania las cosas se siguen haciendo de forma rudimentaria y básica. En  un país con escasa industrialización, que vive de sus materias primas y cuya población (casi 55 millones) se desperdiga por un vasto territorio (densidad de 62 habitantes por kilómetro), la mayoría de los birmanos desarrollan sus trabajos como buenamente pueden y cons los recursos que tienen a su alcance.


Así que, los andamios para restaurar los templos de Bagan, son de bambú. Tengo entendido que el bambú es una de las maderas más resistentes pero, si hablamos de seguridad laboral, no lo veo claro.


También con bambú elaboran las cestas para cosechar y las curiosas cestas de pesca que se utilizan en el Lago Inle.


Los herreros trabajan de forma ancestral. Calientan la pieza de forma manual en un horno avivado con dos varillas y se moldea la pieza a golpe de martillo.  Las temperaturas que se alcanzan aquí dentro son infernales.

La mayoría de la población se dedica al trabajo en el campo y en las montañas. Jamás vi que usaran un tractor o un remolque. El búfalo de agua y los mulos siguen siendo el motor principal de las familias de granjeros.




A ellos les deben la economía del hogar así que son cuidados y mimados. Es muy frecuente ver los búfalos revolcándose por las charcas, tras un duro día arando los arrozales.




Otro producto típico de las zonas de montaña es el té. Recolectado de forma manual y puesto a secar al sol, eso sí, expuestos a las inclemencias del monzón.


En las montañas, tuvimos ocasión de acudir a una curiosa fiesta: el lanzamiento de cohetes. Esta celebración suele hacerse al final de la época seca, para dar la bienvenida a las lluvias monzónicas.
Ponen cañas de bambú con una propulsión de pólvora. La gracia está en ver quién lo lanza más alto. Como toda fiesta, conlleva música, baile y comida. Además de Q y a mí misma, no vi a ninguna otra mujer por la fiesta (!).


 Las canoas no se utilizan únicamente para pescar. Como os adelantaba, en el Lago Inle los cultivos se hace sobre islas el agua. ¡Es muy llamativo ver tomateras flotantes!  Por lo tanto, muchos agricultores realizan sus tareas sobre barcas.


Para pescar, lo tradicional es la cesta. Dado que el lago no es muy profundo, puede lanzar directamente la cesta sobre los bancos de peces. El único problemilla este invento, es que al usar las dos manos, no pueden remar. Fue así como surgió este método único en el mundo de remar con los pies.


Por último, un apunte sobre sus hogares. En casas (más bien cabañas) fabricadas con hojas y cañas de bambús, os imaginaréis que el lujo no tiene cabida. Tampoco se respira miseria. Las condiciones que yo vi eran de austeridad y sencillez.

El wáter, si lo había, es una caseta separada de la casa, con un agujero en el suelo y un cazo de agua para "empujar". El concepto de ducha no existe.  En realidad usan un pozo y un cazo. Se "bañan" en la calle, cubiertos por una tela, con toda la naturalidad del mundo.  A pesar de esto, los birmanos son exquisitamente limpios y cuidan muchísimo su higiene. Las camisas blancas impecables y los longhi les otorgan un aire muy elegante.

En cuanto a la cocina, suele estar fuera de la zona de dormir y comer. Entiendo que es por los humos, ya que se cocina directamente en fuego.


En casa de un birmano siempre encontrarás agua hirviendo y serás recibido con un té, como signo de bienvenida. Ya puede hacer 42 grados en la sombra.

En cuanto a la comida, mucho pollo , mucho arroz y muchas verduras. La costumbre es usar muchísimos cuencos con mil cosas e ir pillando.


Por último, os cuento una anécdota. La Coca Cola que véis en la foto. Q es una fan absoluta y ha tenido una suerte loca porque hasta junio de 2013, no se comercializaba en el país (ya sabéis, cuestiones políticas ¿existe mayor símbolo de capitalismo que la Coca Cola?).  Yo ese día, me jugué la vida con un batido de sandía, con su agua y sus cubitos. Ahí, arriesgando.


Siendo sinceros, yo me di bastante a la cerveza birmana. La cerveza en barril no se distribuye, es embotellada. Rubia, suave... y de 640 ml la botella. Afortunadamente, estoy bien entrenada para estos retos :)



¡Ey! Haz clic en este enlace, si quieres ver algún paisaje birmano.

miércoles, 24 de julio de 2013

Birmania: Paisajes

¿Preparados para el tostón de las fotografías de mi viaje? Para hacerlo más llevadero, como ya hice el año pasado, lo voy a repartir en varios post temáticos. Empiezo por los paisajes y por orden cronológico. Espero que os guste.

El primer destino al llegar a Birmania, fue Yangon. El primer día es siempre infernal, literalmente. Las temperaturas eran altas, pero no más que un verano en Madrid. Lo realmente horrible es la humedad de Asia. Si a eso le sumas el jet lag, las 48 horas seguidas despierta... ya os hacéis una foto de la situación.

Al lado de este lago, el Lago Kandawagyi, estuvimos casi dos horas, intentado recuperar algo de fresco.



Lago Kandawgyi

La Shwedagon Pagoda, como todas las demás, se recorre descalza. Creí que andaba sobre brasas...

Shwedagon Paya

Shwedagon Paya

De Yangon volamos a Bagan, la verdadera joya de la corona de Myanmar en cuanto a riqueza cultural y patrimonio artístico.  Pasamos varios días recorriendo los distintos templos de la ciudad.

En su época de máximo esplendor, entre el siglo XI y XIV, llegó a albergar hasta 4500 templos. Hoy sólo la habitan 5 mil personas y es una extensión de 26 kilómetros cuadrados, repleta de más de 3000 templos, más allá de dónde te alcanza la vista.

Bagan

Bagan
El primer día, hicimos la visita a los principales templos a pie. El segundo día, los hicimos en calesa de caballos y al siguiente, alquilamos bicicletas.

"Doce cascabeles tiene miiii caballoooo" - Bagan

Bagan

Imaginad cómo debe ser el terreno que, incluso desde la piscina del hotel, podía ver los templos. Un lujo para el cuerpo y para la vista. Además, así, a solas.  Birmana recibe aún escaso turismo, así que me he ahorrado la masificación de extranjeros y he podido hacer el viaje realmente a mi ritmo y gusto.

Mi piscina y yo...

Los deditos de Buda, todos del mismo tamaño, como manda el cánon

Los templos están casi todos restuarados aunque de forma bastante austera y pobre. Todos budistas (salvo algún perdido dedicado a los nats), albergan estatuas de un Buda repetido hasta la saciedad y antiguas pinturas en sus paredes. Lamenetablemente, han sufrido el expolio de muchísimas de sus obras.

Bagan

Si un día vais a Bagan, lo que sí o sí haréis, es ver atardecer desde lo alto de un templo. (De ahí es la foto que colgué el otro día).  La paz que se disfruta viendo ese tremendo espectáculo de la naturaleza es infinita.

Desde Bagan, partimos a Kalaw, en coche. Fue un trayecto bastante agradable por las carreteras y montañas del centro del país.  Por el camino, parada técnica obligada en el Monte Popa. 

Monte Popa

Situado en el cuello de un volcán, es el templo de los espíritus de la montaña. En su cima, hay cuatro picos, cada uno dirigido a los distintos puntos cardinales. Para subir, 777 empinados escalones (no es un número al azar, claro), que has de pisar descalzo, evitando cacas de mono. Porque, amigos, el Monte Popa está poblado por cientos de monos que, aunque muy riquiños, son muy traviesos y ladrones.

Mona & monito - Monte Popa

Al llegar a Kalaw, buscamos alojamiento y un guía para el treking que queríamos empezar al día siguiente. Y así conocimos a Puda, un chico muy joven que nos llevó durante los siguientes tres días por las montañas, desde Kalaw hasta los pies del Lago Inle.  Hicimos tres etapas de 25 kilómetros cada una y esta fue, sin duda alguna, la experiencia central del viaje.


Cerca de Kalaw - día 1
La ruta es por montaña pero atravesamos pueblos y vimos muy de cerca cómo viven en Birmania. Tan de cerca que, las dos noches que estuvimos allí, dormimos en casa de unos granjeros locales que nos dieron cobijo. Cobijo y poco más porque, realmente, no tenían mucho más que ofrecer.

Las casas no tienen agua corriente, luego os podéis imaginar cómo se gestiona el tema de ir al baño o de darte una ducha. Dormimos sobre una manta, en el suelo.  La comida fue abundante y preparada como un evento gastronómico. Primero comimos los invitados  y después la familia comió las sobras, como marca la cultura y tradición birmana.  Insistimos mucho en que nos acompañaran durante la cena, pero sonrieron y se negaron.


Cerca de Kalaw - día 1

Esta foto la tomé con un pie en alto. Había descubierto una hora antes que una sanguijuela se estaba dando un banquete en mi pie. El primer día del trecking, antes de la hora de comer, ya estaba sacando el botiquín.  Salvé la situación como medianamente pude pero la herida estuvo sangrando como tres horas más. Fue más engorroso que doloroso, la verdad.


Algún punto entre Kalaw y Lago Inle - día 2

Bueys de agua a remojo - día 2
El camino no parecía muy complicado, salvo algún tramo realmente empinado, pero la climatología complicó el asunto.  Cuando me crucé con estos bueyes dándose un baño, les envidié y deseé unirme a ellos. El calor era insoportable y echando la vista al frente, no se veía ninguna sombra a la vista.

Bajo el sol de Birmania - día 2

Por quejarme, el karma (que en Birmania trabaja mucho), me jugó una mala pasada. La segunda noche el monzón hizo su aparición en escena en forma de diluvio universal. No sólo no refrescó en absoluto sino que, al día siguiente, el terreno estaba embarrado, resbaladizo e intransitable.  Pero claro, no existía ningún plan B, así que, pa'lante.


Cerca del Lago Inle - día 3


Por fin, a lo lejos, el tercer día avistamos el final de nuestro camino, el Lago Inle. Tras dos noches durmiendo mal, tres días sin ducharme, lluvia, calor, sudor, tenía ganas de llegar al final pero, al mismo tiempo, me daba penilla que se acabara nuestro camino. Dejáríamos atrás a Puda, sus historias, sus preguntas sobre Europa y el contacto directo con los pueblos perdidos en las montañas.  (En próximas entradas me extenderé más sobre estas cosas, la forma de vida y demás).

Bambú - cerca del Lago Inle - día 3

La última etapa de la ruta fue atravesando un frondoso bosque de bambú. Fue un tramo muy agradable que hicimos prácticamente en silencio.  Ains...

Tras esta experiencia, nos llevamos un amigo nuevo, Tenson, un japonés muy majete que tuvo la gran fortuna de coincidir con dos españolas muy majetas que le sacaron de más de un apuro. Las buenas migas que hicimos que en agosto viene de visita a Madrid.


Pescador en el Lago Inle

Siguiente parada del viaje, el Lago Inle. Con 100 kilómetros de longitud y 5 kilómetros de ancho, os hacéis una idea de la inmensidad de este lago. Su belleza reside, no sólo en el paisaje, sino en la tribu que lo puebla, los Intha.

Aldea flotante de Yawnghwe - Lago Inle

Desarraigados (literlamente) de la tierra, los Intha han creado su comunidad flotante en el lago, con islas flotantes donde han sembrado huertos y construido casas. Aunque si algo les caracteriza es su peculiar manera de remar con los pies, única en el mundo.

Mercado flotante - Lago Inle

Los últimos días, los pasamos en Mandalay. La antigua capital real de Birmania conserva aún muchísimos lugares que visitar. Monasterios, templos...y el famoso puente de U Bein, con sus 1,2 kilómetros construidos en teka.

Amarapura - Mandalay

Monasterio Shwenandaw - Mandalay

La vuelta a España la hicimos desde Bangkok, así que aprovechamos el final del viaje para descansar algunos días en las playas del sur de Tailandia.  Como diría un amigo mío, "eso es gallina de otro corral", así que os voy a omitir esa parte, bastante irrelevante.


Siento lo regulera que son las fotos. Claramente, mi cámara se me ha quedado pequeña para mi ojo. En la próxima entrada, os mostraré una imagen más cercana sobre Myanamar y su gente.