Si bien en invierno es un paraje ideal para hacer excursiones, pasear por el bosque y disfrutar de la vegetación, lo que lo hace curioso es el aspecto que toma durante el verano, cuando, debido al deshielo de las montañas, las aguas gélidas bajan hasta el valle dejándolo todo completamente sumergido.
El proceso empieza con la primavera y llega a su punto más álgido en junio. Durante este período, la profundidad del lago sube de dos metros hasta diez.
Además, con toda la vegetación sumergida, el lago toma un color extramadamente verde que es, sin duda, el que le da nombre.
Desde junio hasta que el agua empieza su retirada, a finales de julio, el lago se convierte en la meca de miles de buceadores, que disfrutan de un paisaje insólito: bancos, puentes, árboles, senderos... todo está bajo el agua.
¿Alguien se anima?
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Vuela a la luna